Considera como,
habiendo expirado
el Señor,
le bajaron de la Cruz
dos de sus discipulos, Jose de Arimatea y Nicodemo, y le
depositaron
en los brazos
de su afligidisima
Madre María,
que le
estrechó
contra
su pecho
traspasado
de
dolor.
OH
Madre afligida
!
Por
el amor
de este Hijo,
aceptadme
por
siervo
vuestro
y
rogad
Le
por
mí.
Y Vos Redentor
mío,
ya que habeis
querido
sufrir
por mí,
recibidme
entre los que más
os aman,
pues
yo
no quiero
amar nada
fuera
de Vos.
Os amo, etcetera.
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